Las fiestas de fin de año suelen ser un momento cálido para las personas, pero pueden convertirse en un auténtico desafío para muchos perros y gatos. Su entorno, normalmente estable y previsible, cambia de forma brusca: nuevos objetos, nuevos sonidos, horarios irregulares, más visitas y una energía distinta en casa. Para numerosos animales, esta acumulación de cambios puede provocar agitación, miedos, comportamientos inhabituales o una fatiga emocional marcada.
Por qué la Navidad puede ser una etapa delicada
La primera razón es la ruptura de la rutina. Los animales de compañía construyen su seguridad interior a partir de secuencias repetitivas: horarios de comida, paseos, momentos de descanso, interacciones diarias. Durante las fiestas, muchos de estos puntos de referencia se rompen: se sale a horas diferentes, se come más tarde o más temprano, se recibe a más gente en casa y el ambiente general cambia. Aunque para una persona esto parezca algo sin importancia, esta inestabilidad puede generar un verdadero estrés en los animales sensibles.
A esto se suma la estimulación sensorial. Las decoraciones luminosas, la música, los olores nuevos procedentes de la cocina, las velas o los ambientadores, el ruido de los envoltorios, los desplazamientos constantes de las personas… todo contribuye a crear un entorno mucho más denso que el habitual. Los perros y los gatos, cuyos sentidos son más agudos que los nuestros, perciben estas variaciones de forma aún más intensa.
Por último, el periodo navideño suele ir acompañado de más visitas. Para los perros tímidos o los gatos muy vinculados a su territorio, la llegada de personas desconocidas o poco habituales puede vivirse como una intrusión. Algunos animales se muestran eufóricos, otros se retraen, otros huyen o se irritan con facilidad. Estas reacciones no son “caprichos”: forman parte de la manera natural que tienen de gestionar una situación que les supera.
Ruidos y petardos: la fuente de estrés más frecuente
En muchos hogares, los ruidos intensos y repentinos representan la principal fuente de ansiedad durante las fiestas. Fuegos artificiales, petardos, música muy alta o desplazamientos ruidosos pueden desencadenar reacciones fuertes. Algunos animales se vuelven hipervigilantes, otros tiemblan, jadean, buscan esconderse o se niegan a salir a la calle.
La clave está en la preparación. Antes de los momentos más ruidosos, resulta útil organizar un espacio de refugio en el que el animal pueda sentirse protegido. Una habitación tranquila, con luz suave, que contenga sus objetos familiares, puede convertirse en un lugar seguro. También puede ayudar cubrir los ruidos exteriores con una música relajante o un sonido de fondo continuo. Lo esencial es no castigar nunca a un animal asustado ni obligarlo a “acostumbrarse” a base de exposición forzada. El miedo no es una desobediencia, sino un mecanismo biológico de protección.
Decoraciones, árbol y ambiente festivo
El árbol de Navidad y las decoraciones representan otro cambio importante. La llegada de un árbol a la casa, las guirnaldas brillantes, los objetos que se mueven o reflejan la luz crean una excitación sensorial poco habitual. Para algunos perros curiosos, puede parecer un nuevo “campo de juego”; para muchos gatos, se trata de un entorno vertical fascinante, rico en olores nuevos y posibilidades de exploración.
Puede ser útil presentar el árbol de manera progresiva, mantenerlo bien estabilizado y evitar los adornos frágiles o ruidosos a la altura del hocico. En el caso de los gatos, ofrecer alternativas seguras como un rascador estable, estanterías accesibles o zonas en altura ayuda a reducir el interés por el árbol. Cuantas más opciones compatibles con sus necesidades tengan, menos riesgo habrá de que se centren en las decoraciones.
Gestionar las visitas y proteger el equilibrio emocional
La presencia de invitados puede resultar estimulante para algunos animales y estresante para otros. Los perros muy sociables pueden excitarse hasta el punto de tener dificultades para calmarse, mientras que los perros más tímidos tenderán a mantenerse a distancia. En el caso de los gatos, que organizan su vida alrededor de un territorio familiar, la entrada de personas nuevas se vive a menudo como una invasión de su espacio.
Una regla sencilla puede ayudar mucho: prever una zona tranquila donde el animal pueda retirarse libremente. Para un perro, puede ser su cama o manta habitual colocada en una zona menos transitada. Para un gato, una habitación con sus recursos esenciales (cama, agua, comida si es necesario, escondites y acceso al arenero) es ideal. También es útil preparar a los invitados: el animal no debe ser obligado a interactuar ni retenido si decide alejarse. Los niños, en particular, necesitan un marco claro para evitar interacciones insistentes que fatiguen al animal.
Viajes, cambio de hogar, guardería y visitas a domicilio
Para algunos perros y gatos, la Navidad implica algo más que un simple cambio de ambiente en casa. Desplazarse a otro hogar, pasar varios días en casa de familiares, quedarse en una guardería o recibir a un cuidador a domicilio supone una modificación mucho más profunda de sus referencias. En estos casos cambian el lugar, los olores, las rutinas, las personas presentes y, a veces, la organización completa del día.
Los animales muy vinculados a su hogar pueden mostrar agitación, vocalizaciones nocturnas, disminución del apetito, búsqueda constante de sus tutores o, por el contrario, un retraimiento marcado. Cuando el animal debe cambiar de entorno, es fundamental anticipar: llevar su cama, sus juguetes y algunos objetos con su olor, respetar en la medida de lo posible los horarios de comida y descanso, y crear un rincón estable donde pueda retirarse. En las guarderías o en casa de familiares, una presentación progresiva de los nuevos espacios y de las personas que lo atenderán reduce la aprensión. En el caso de los cuidadores a domicilio, una o varias visitas de contacto antes de las vacaciones ayudan al animal a asociar la presencia de esa persona con algo previsible y seguro.
Los animales que se quedan solos durante algunos días, aunque haya alguien que pase a verlos, pueden vivir una carga emocional importante, porque soledad y cambios de rutina se suman. En estos contextos, la previsibilidad, los puntos de referencia sensoriales y la calidad del vínculo previo con la persona cuidadora son recursos esenciales para preservar su equilibrio.
La importancia de la rutina en medio del cambio
Aunque el contexto festivo invite a flexibilizar horarios y hábitos, mantener una estructura diaria aporta un fuerte sentimiento de seguridad a los animales. Conservar las horas habituales de comida, los mismos momentos de paseo, los rituales de juego o de descanso ayuda al perro o al gato a encontrar puntos de referencia dentro del “ruido” de la fiesta. Esta previsibilidad compensa parte de los cambios externos y reduce de forma significativa el estrés global.
Apoyos naturales: cuándo pueden ayudar
En algunos hogares, especialmente cuando los animales son muy sensibles a los cambios, ciertos apoyos naturales pueden contribuir a que atraviesen mejor el periodo festivo. Las plantas utilizadas tradicionalmente para favorecer la relajación, como el espino blanco, la pasiflora o la valeriana, pueden ayudar a los perros y gatos que reaccionan con intensidad a los ruidos, a las visitas o a los desplazamientos. Su papel no es sustituir la adaptación del entorno, sino acompañar la regulación emocional y disminuir los picos de tensión ligados a la novedad o a la imprevisibilidad.
En ANTON Loyal Companions, la Fórmula Serenidad ECO, elaborada a partir de espino blanco, pasiflora, valeriana y zanahoria, se utiliza precisamente en estos contextos en los que el animal se enfrenta a más estimulación o a modificaciones temporales de su marco de vida. Puede acompañar a perros y gatos propensos a la inquietud relacionada con ruidos, viajes, visitas familiares o situaciones de sobrecarga emocional. El objetivo no es “apagar” un comportamiento, sino apoyar el equilibrio interior cuando el entorno se vuelve excepcionalmente exigente.
Cuándo consultar a un profesional
Si el animal presenta una ansiedad muy intensa, con pánico, destrucción, intentos de escape, vocalizaciones constantes, agresividad inhabitual o incapacidad para relajarse incluso una vez terminadas las fiestas, es recomendable consultar con un veterinario o con un profesional del comportamiento. Estas situaciones no son un simple “carácter difícil”: reflejan un nivel de malestar que merece una evaluación específica y, en muchos casos, un acompañamiento adaptado.
Conclusión
Para un perro o un gato, la Navidad es un periodo rico en estímulos y cambios. Anticipando lo que va a ocurrir, respetando sus necesidades emocionales, ofreciéndoles espacios seguros y manteniendo en lo posible sus rutinas, es posible transformar esta etapa en un momento más sereno para toda la familia. Las fiestas están realmente logradas cuando cada miembro del hogar, humanos y animales, puede encontrar su propio equilibrio.
Fuentes
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Mills D., Levine E., et al. BSAVA Guide on Noise Phobias in Dogs, 2021.
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